Es el amado maestro mexicano de los paisajes y las naturalezas nacionales, nadie retrató con tanta belleza nuestros campos, nuestros cielos, nuestros grandes y bellos árboles. Cada uno de sus lienzos son una primavera y de pronto se antoja estar a sus silentes espaldas, mirándolo deslizar su pincel de aquí para allá como el vaivén de un péndulo que marca el tiempo de la estética, mirándolo tomar un suspiro, mirar de reojo el gran monte y luego volver embelesado a su tela una y otra vez para cada pincelada volverla una poesía,(valga el pleonasmo), una muy bella poesía.





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