Porque ¿qué aprovecharía el hombre,
si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
Mateo 16:26
Muy de vez en vez me da asco diciembre, es una burla barata que se repite todos los años puntualmente, la hipocresía y el consumo desbordan por las calles y atestan el aire con falsedades y mentiras, todos aprestan sus máscaras más maquilladas y las muestran entre ellos. Incluso sin ser religioso le pregunto a mi corazón ¿Cuántos han si quiera abierto algunas hojas de la biblia, sólo por descuido, y han entendido el significado primero del mensaje de un hombre con nombre de dos mil años? Pienso en Cristo sin ser cristiano y me regocijo porque entreveo luz y amor, es verdad; tranquilidad que da lo que es bueno y pretende el bien y la verdad. Celebro tanto a Cristo como celebro a artistas, científicos, pensadores y humanistas. Sí, una sentencia de Cristo está al nivel de una sinfonía, de un trazo de óleo y de un verso harto bello.
Me gusta pensar en Cristo como un sujeto de mirada profunda y voz luenga y grave, de esas que calman el ansia y nos revelan la majestad del silencio. Me gusta pensar en el Cristo de los historiadores serios que dicen que cuando era cuestionado, no respondía con un tajo de sabiduría, sino más bien guardaba la pregunta en su corazón y se retiraba a la soledad y el silencio para reflexionar sus ideas, y luego del tiempo suficiente, contestaba con convicción y certidumbre.
Me gusta pensar en Cristo sentado en la montaña de una tarde roja, me gusta verlo que bebe una copa de vino y mira al sol y le teme al tiempo que lo ama y le agradece, lo veo que no habla ni gesticula, la túnica bañada de tierra aquí y allá se mece en vaivenes de viento durmiente.
Me gusta pensar, sobre todas las cosas, que Cristo no es Dios (a él mismo le avergonzaría semejante idea), porque si fuera el Hijo, ¿cuál sería su virtud? De Dios lo espero todo, pero de un hombre…, ¡Oh, hombres crédulos…!, ¡Crucificad a Dios, matadle y luego enterrardle! Vaya tontería… sólo al hombre en su infinita soberbia se le ocurriría eso. Él era mortal porque su espada nos hiere luego de miles de años con el mismo filo, el era mortal porque si no, nadie lo recordaría.
¡Cristo ha muerto!
¡Celebremos todos, que las orquestas toquen todos los conciertos, que el vino fluya abundante por las copas, que los poetas reciten poesía con vehemencia, que las parejas de jóvenes enamorados hagan el amor mil veces y de nuevo, celebremos todos, que Cristo ha muerto!
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