Interludio I
Interludio II
Interludio VI
I
Ahora empieza el silencio que ayer esperabas entonar la tos para dar gritos hoy no solamente carraspear las voces y escupir el verso que cae sobre la calle sino alzar los brazos o la frente hasta la poca luz del foco y respirar que las horas están aquí para quedarse entre los libros y los polvos que se alzaron de la alfombra cuando pasó el espíritu tan rápido como aquél grito.
No son tan altos los cipreses como lo es la noche que la muda lumbre no solamente tiembla sobre una vela flotante en medio de la sala y atrás de la cortina bien sabemos que la luz aguarda porque era blanca la cortina y ahora es amarilla.
Y allá qué es un puerto de adioses a la orilla de la ciudad sobre el viejo muelle se arrastran los caracoles y los muertos esperan en el mar antes que la lluvia donde estaba el cielo ahora están los lagos pero no sé si árboles me miran a su sombra aunque el calor está para mentar la madre y a ver el día que venga una ave de la alcantarilla y una vez la altura de un bostezo va a alcanzar la madrugada antes que duermas...
II
Por entender las tardes sentarse sobre ellas a pasar las horas ya no estamos al borde de la luz que pasaba por un estrecho entre los árboles y el claro en el bosque no fue la vida o el lobo sino un búho que dijo su discurso toda la noche porque nada en las piedras crece y todo muere debajo de la raíz de las higueras que no dan fruto por tener ojos con qué morder recuerdos y parir los años de estar andando la vida sobre los bulevares y las calles que nada más de noche existen y devorarnos cuando estemos gordos de alegría pues el rubor de las muchachas es una bofetada o dos carcajadas encendidas.
Es la espalda de Dios todo lo que no vemos pero sabes que no puedes pasar aunque blasfemes y reniegues de tus manos que la tocaron o tus labios que dijeron maldiciones y plegarias cuando eras niño que las lunas debajo del cristal que pisabas parecían lejanas pero tus pies estaban descalzos y tanto frío hacía en las noches y tus pies descalzos no encontraron un remedio salvo que la abuela te cubriera el pecho con papel periódico pero la tos de madrugada no significaba que supieras que decías verdades aunque ya las conocías dormido pero no sabías que Dios tenía espalda de fuego sino que una vez tuviste que esperar despierto a que sangrando el cielo se iluminara poco a poco el mundo.
VI
Acá escondimos a la Puta que enseñó a persignarte con los dedos en el culo ya pedís misericordia por las bocas que no comieron de tu verga preferiste hallarlos en esquinas de las casas y robarles sus limosnas ya no vale qué te importa cuando sabes que el cielo es encontrar la forma de vestir de negro entre un pueblo de idiotas y que no te jodan o de blanco para andar sobre la espalda de repúblicas e imperios y no digas que prefieres morir solo cuando todo el mundo sabe que a tu muerte llorarán los gobernantes ya ni modo si hemos de postrarnos a final de cuentas yo no escojo la Plaza de San Pedro ni la cama donde duermen tus emputecidos mártires prefiero hallar la forma de morir eyaculando sobre la maldita imagen de tu reino augusto chapado en oro de los pobres y de moros y de llantos.
0 comentarios:
¿Qué te pareció la entrada?