A donde estas amor; que no te puedo ver ni tocar, sabes; aun guardo en mi el resueno de tu voz, a cada rato me alerta y hace que valla directo a buscarte, prendo la radio y no te encuentro, sé que hay una hora precisa en la que te podre escuchar y entonces estarás con migo, me acompañaras. No pierdo la esperanza de encontrarte aun no siendo la hora precisa en la que se que te encontrare. Tu voz hace que te eternice, como un recuerdo equivoco y correcto, aun guardo en mi la primera vez que te pude oír, desde entonces me enamore del timbre de tu voz, ¡ha… como me encanta cuando se reconvina con las frecuencias de la radio!
Y es que nunca te he visto, ni tocado; sentido ya muchas veces en las que te he sintonizado, se que está aquí a mi lado, te abrazo con cada melodía que me dedicas, disfruto del aroma amarga; sabor a café que de tu boca escapa. Te imagino, te construyo a partir de lo que me dices, de lo que me cuentas y platicas, no me atas, no me aprisionas y cuando das la hora, pienso que llegara el momento preciso en el que nos habremos de encontrar; me sucumbe el temor de tenerte frente a mí y olvidar tu rostro que me he formado, tu mirada que me lleva al horizonte y es que ya tienes que saberlo; duermo abrazada a la radio, pensando que estas del otro lado, he quebrado mil radios, pretendiendo encontrarte. En mis noches de desvelo no hago más que construir pasadizos sonoros, reconstruyo tu vos, a partir de los fragmentos que del eco de tu voz tengo. Aun en las noches de lluvia en la que tu voz se extravía en el canto del agua, yo te imaginaba. Por ello te escribo estos renglones, sabios y precisos. Como se que yo quizá en ti no exista, me invente una escusa; pienso que si tanto te he esperado, es porque nuestro encuentro será atmosféricamente radial.
Hoy tienes que saberlo, tu quien aun no conozco; pero que es conocer; si yo te pienso en mis momentos de nostalgia; replanteo la posibilidad de encontrarme con tigo, es por ello que he preparado un gran cita para los dos; será a la hora de costumbre, permitiré saludes a todos, des las nuevas buenas, alegres los corazones de quienes te siguen, pero después de una pausa te robare, te encapsulare en mi interior y entonces así te podre escuchar por siempre.
A pesar de esto, te veo perdido, parece ser que te desvaneces, como una nota que se añora, como una canción que termina y que nadie desea que termine, sabes, estoy perdiendo el oído y la nostalgia me invade, pues cuantas veces hemos platicado sin oírnos, aun me reconforta el pensarte, quisiera escuchar tu linda voz por última vez, no deseo me digas mentiras; pero preferiría que inventaras algo bueno, tu sabes;. Confieso ante ti que en cada pausa en la que me dedicabas una jazzística melodía, te extrañaba, tenía miedo, un miedo comparado con el silencio que me invade y que ya pronto se ha de apodera de mi, miedo a nunca más poder escucharte, miedo a no sentirte más…
No me pierdas ven a esta nuestra primera única y última cita, te das cuenta, de cuantos atributos puede tener un instante, cuantas direcciones significativas, así como tu voz en mi espacio. Vestiré el vestido rojo que algún día decidí guardar par ti y par esta ocasión en la que nos encontraríamos; debo advertir que muchas veces en horas sin posibilidad de emisiones; dejo abierto mi aparato, para saber cómo respira electrónicamente el aire; como guarda incluso algo de ti; ya no hay señal pero sé que volverá, y así me quedo dormida tras haber luchado contra mi insomnio y la idea de nunca más volver a escuchar tu dulce voz frecuencial, que me abraza y me envuelve melódicamente. Mientras allá vida, mientras haya radio…
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