Análisis de textos
Universidad Nacional Autónoma de México
El juguete rabioso
Debo decir que en lo general la novela me deja que desear, pues a pesar de que logra momentos importantes: alegría, risa, curiosidad y reflexión, la historia que desarrolla estos temas carece de fuerza. El lenguaje, más allá de ser localista, transcurre común y no sorprende, quizá esto se deba a la escasa relación que tengo con el mundo latinoamericano o la falta de cultura extranjera, lo que sin duda me hace palidecer y no.
Por otra lado, hablando propiamente de la historia, me resulta poco cautivadora, ya que el tema que trata es muy recurrente entre la población del sector bajo de casi cualquier país, por lo que entonces puedo decir que no innova o retoma una idea probada talvez con mayor talento por algún otro escritor decimonónico. Siendo un poco más explícito, la historia tiene momentos que pierden el hilo, por ejemplo, da saltos cuánticos entre situación y situación, de pronto el protagonista se encuentra urdiendo un asalto y al rato ya sin querer trabaja vendiendo kilos de papel o es un gran inventor que la milicia se encarga de echar sin más ni más. Por ello me parece que la historia no logra sustentarse, jamás se deja claro que es lo que quiere decir el autor, si describir una vida mediocre azotada por el vendaval del destino, o más bien la superación psicológica que trae implícito el mero hecho de vivir. Creo que esta novela trae, más bien, el tinte de una vivencia personal (y de lo cuál sería la única forma de justificar el relato) del autor; si ello fuera así, entonces hubiera sido bueno que lo dejara claro antes de comenzar a leer, puesto que habría una asociación personal que lo haría más interesante. Por lo demás se me antoja un relato pobre que no deja en el lector nada más allá de algunos momentos efímeros de sorpresa y un vocabulario rico en extrañezas, para quién obviamente no sea argentino.
Seguro, lo más rescatable es la reflexión en las últimas cuartillas, aquellas en las que se habla con un optimismo whitmaniano de la vida, “y saber que la vida es linda me alegra, parece que todo se llena de flores… dan ganas de arrodillarse y darle las gracias a Dios, por habernos hecho nacer” , ¿qué decir? Es bello el sabor con el que se despide el autor del lector, es el mensaje final que vale haber leído toda la historia y nos reanima, y uno termina diciendo, “bueno, no estuvo tan mal”. Recuérdame a profesores decir que a veces un solo párrafo hace valer la pena a un poema, por que se perdona haber leído tanto y tanto si es que apenas un par de versos logra cautivarnos el corazón y llenarnos de humanidad nuevamente lo ya llenado alguna vez.
1 comentarios:
Me parece que la lectura que haces de Arlt termina por ser simplona. De manera que, sencillamente, comienzo aseverando que la crítica carece de objetividad.
En general, hay cuatro puntos en los cuales tu crítica pierde valor en cuanto a su potencial analítico. En primer término mencionas que "El lenguaje, más allá de ser localista, transcurre común y no sorprende". Bueno, ese vocabulario rico en extrañezas (como tú mismo lo defines, y que, en el fondo, no es más que en su mayoría el lunfardo), constituye un elemento valioso para interpretar no sólo la trama de la novela, ni mucho menos para sólo entender a los personajes, sino también para hacer inteligible una realidad que se desarrolla en estratos sociales específicos (en los bajos, para decir lo menos), una realidad que no puede ser otra sino la que se desarrolla a lo largo de la novela. Además, si concedemos la idea de que a través de las palabras pensamos, ¿no se convierte acaso esta característica en un elemento riquísimo de la historia?
(A propósito de lo anterior, ¿qué piensas del uso de ese vocabulario extraño -el lunfardo- en la obra de Cortázar?)
Por otra parte, mencionas que
"La historia, me resulta poco cautivadora, ya que el tema que trata es muy recurrente entre la población del sector bajo de casi cualquier país, por lo que entonces puedo decir que no innova o retoma una idea probada tal vez con mayor talento por algún otro escritor decimonónico."
Me parece que es un convencionalismo el hecho de tildar de recurrente la historia de la novela. Además la crítica es injusta, por la sencilla razón de no estar justificada. Recordemos una vez más el escenario en el que la trama se desarrolla, y por otra parte, el contexto en el que el libro se escribe. Si no entendemos esto, seguramente terminaremos aventurando conclusiones categóricas sin el menor sustento.
Luego continúas diciendo
"Creo que esta novela trae, más bien, el tinte de una vivencia personal (y de lo cuál sería la única forma de justificar el relato) del autor; si ello fuera así, entonces hubiera sido bueno que lo dejara claro antes de comenzar a leer, puesto que habría una asociación personal que lo haría más interesante."
Esto me parece un argumento, en suma, de lo más tramposo, y basta decir que no lo comparto. Déjame decirte que, curiosamente, tengo la misma edición que tú (la de Mesetas), y al inicio del libro, como bien sabes, Domingo-Luis Hernández escribe la introducción de la obra, donde se deja oportunamente en claro, la relación que hay entre el autor y la obra. ¿A qué viene la necesidad de pensar que podría ser más interesante si hay una asociación personal?
Pensemos en Charles Bukowski y su incontable narrativa dominada por la figura de Henry Chinaski. Todos los libros son semi autobiográficos, sin embargo, Bukowski jamás se toma la molestia de advertir al lector, que Chinaski es justamente un alter ego. La sola idea de abrir uno de sus libros y leer tal advertencia me parece innecesaria.
En conclusión, no comparto la crítica, sobre todo, porque el valor literario de una novela no necesariamente debe basarse en la originalidad de la historia. Hay muchos elementos que pueden destacarse de El juguete rabioso, que, sin embargo, quedan fuera de tu crítica. Por ejemplo, los tropos que el autor emplea a propósito del sexo ("la magnífica pequeñez de sus partes destrozables"), del paroxismo emocional ("la angustia abrirá a mis ojos grandes horizontes emocionales"), de la visión del arrabal ("como en la óptica de una fantástica fiebre"). En fin, creo que hay demasiadas cosas positivas (incluso más allá de los cánones literarios) en Arlt que ingenuamente ignoras y que, por tanto, terminan por dejarte una visión un tanto limitada de su obra.
Saludos.
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