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„Immer ist es so gewesen und wird immer so sein, daß die Zeit und die Welt, das Geld und die Macht den Kleinen und Flachen gehört, und den andern, den eigentlichen Menschen, gehört nichts. Nichts als der Tod." / "Siempre ha sido así y así siempre será, que el tiempo y el mundo, el dinero y el poder pertenecen a los mediocres y superficiales, y a los otros, a los verdaderos hombres no les pertenece nada. Nada más que la muerte"

Hermann Hesse



Universidad Nacional Autónoma de México

Análisis de textos

  

Casa tomada

 La verdad y sólo la verdad, la releída de un texto amplia detalles que pasan inadvertidos durante un primer acercamiento, ahora es ley.

 En la lectura primera tuve una especie de disgusto con el cuento, creí haberlo entendido y sin embargo no me convencía un poco, los elementos descriptivos me eran vagos, imprecisos, sin sentido, dispuestos aleatoriamente y además me provocaba una sensación de poco mérito, pensaba que era un cuento que cualquiera podría escribir, que no tenía mucho chiste escribir dejando aquel signo de interrogación abierto, dejar un cuento a medias, sin tener un desenlace contundente.

 Y luego ómnibus, que leído detenidamente, entonado como debe entonarse la buena literatura, pacientemente, buscando minucias y releyendo aquello que resiste al primer análisis; me pareció al término de la lectura que había una relación significativamente estrecha entre ambos cuentos, que corrían por un mismo lenguaje y no por nada compartían el libro que los alberga. Posteriormente retomé “Casa tomada” y el resultado fue 180º inverso, algo encantador se desveló, tanto que ahora, después de vituperar injustificadamente, me encontraba gustoso de leer el cuento.

 El relato tiene el centro de gravedad en una casa antigua de la cual han desaparecido todos los habitantes excepto un par de hermanos, mismos que viven con la costumbre de la serenidad, el goce por una parte de la literatura francesa y por otra, la mujer que se contenta con el vaivén de una aguja de caneba, los días tranquilos en los que reina el silencio, los recuerdos de un filatelista, y súbitamente, un buen día se enteran de que ellos, han tomado la parte frontal de la casa, por lo que deciden clausurar esa sección, con la llave por fortuna dejada de su lado, y el cerrojo rudo. Los días postreros volvieronse aun más tediosos y silenciosos, la rutina diaria perdió interés y al fin, una noche, en la cocina se dejaron oír los murmullos indicando que también habían tomado esta sección de la casa, por lo que tristes deben escapar a la calle, tirando la llave a la coladera porque, y esto es la cumbre del cuento y se torna delicioso…,  “No fuese que algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada”

 Mientras tanto Ómnibus, una tarde otoñal, y una chica que decide abordar el remolón  168, en este camión se desatará, gracias a las entrometidas miradas de los pasajeros, cubiertos tipos diversos de flores, una especie de crisis existencial; ni una sola palabra, un dialogo, simplemente miradas que escudriñan una chica natural sin flores, mujeres engreídas, viejas insatisfechas sexualmente quizá, ancianos decrépitos y un hostigo continuo. Todo ellos hasta que aborda un tipo salvador, cuyo pecado es precisamente como la chica, no llevar un prolijo ramo de flores. En al estación Chacarita descienden todos los pasajeros rumbo al panteón y ya sólo quedan ellos dos solos, quienes por curiosos que parezca, habían sacado boleto de “quince”; un asedio propio de circo es el que mostrarán conductor y guarda, pues mucho entre cuchicheos mostrarán una actitud de encono de procedencia desconocida. Fraguando un plan ambos chicos deciden bajar como rayos al llegar a determinada parada, cuando así lo hacen, se ven bajo la presión iracunda del chofer que sin motivo aparente quiere a toda costa castigarlos. Finalmente no lo logra y los chicos terminan paseando en un parque mientras degustan un helado, no hay palabras posteriores, sólo acciones que no nos dicen nada concreto, pero que sin embargo nos tienen atados durante toda la narración.

 Ambos cuentos tienen una especial característica, y es que la lectura entre líneas sólo me dice una cosa, que la importancia del cuento, en reforma de sí mismo, busca ser bueno y atraer a la gente, no por la historia en sí, que no sigue una linealidad habitual, sino más bien, por su cuerpo mismo, es decir, es cuento brillando como una historia que se narra de una manera distinta, siendo el objetivo el largo texto, la forma de narrar, entretener con un asunto que no busca resolverse, como el caso de ellos en “Casa tomada” o la ira del chofer en “Ómnibus”, es el cuento en la expresión de la narración en sí, insisto.

 A la vez tengo la impresión de que Julio Cortázar ha retomado esa extraña pero atractiva idea que caracteriza a la obra de Franz Kafka, sobretodo el libro de “El proceso”, donde lleva al límite el absurdo y la pesadez de la atmósfera, una larga novela que describe el proceso de un culpable de algo, que a lo largo de la historia no se revela, y que al final termina por matar al personaje como un perro. Esa sensación que al final rompe con todo lo que hasta entonces era conocido, y por la misma circunstancia lo hace tan especial; luego, en este par de cuentos queda representada una idea similar que se resiste a una primera lectura.  

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